domingo, 19 de septiembre de 2010

En los últimos meses, la red yemení de Al Qaeda se ha convertido en la principal amenaza para la seguridad de Estados Unidos. Los líderes de Defensa y Exteriores estadounidenses dudan sobre la conveniencia de incrementar la ayuda al país arábigo dados los diferentes frentes en los que se encuentra su ejército, con los consecuentes costes de vidas de soldados y económicos que suponen, y las dudas que existen entorno a la transparencia del gobierno yemení.

En los últimos meses, la red yemení de Al Qaeda se ha convertido en la principal amenaza para la seguridad de Estados Unidos. Los líderes de Defensa y Exteriores estadounidenses dudan sobre la conveniencia de incrementar la ayuda al país arábigo dados los diferentes frentes en los que se encuentra su ejército, con los consecuentes costes de vidas de soldados y económicos que suponen, y las dudas que existen entorno a la transparencia del gobierno yemení.

Mientras el ejército de Estados Unidos lucha sin cuartel contra la insurgencia talibán en Afganistán, ayuda a las fuerzas paquistaníes en su guerra doméstica contra los islamistas y trata de entrenar a las iraquíes para que se hagan cargo de la seguridad del país, las altas esferas del departamento de Estado y militares norteamericanas debaten internamente la necesidad de aumentar la ayuda a Yemen, según informa hoy el diario The New York Times en su edición online.
Tras el intento de un terrorista nigeriano de hacer explotar un avión cuando aterrizaba en el aeropuerto de Detroit, Yemen se ha convertido en una de las principales preocupaciones de la inteligencia norteamericana porque fue aleccionado y entrenado en este país.
De hecho, saben que Anwar al-Awlaki, nacido en Estados Unidos, es uno de los principales autores intelectuales de aquel intento de atentado y lidera la red yemení de Al Qaeda que funciona en toda la península Arábiga.

Dudas respecto al uso de la ayuda

El Comando Central del ejército de Estados Unidos ha propuesto aumentar la ayuda a Yemen hasta 1.200 millónes de dólares para equipamiento militar y entrenamiento durante los próximos seis años. Este supone un importante aumento de la ayuda que ha recibido Yemen en los últimos años, que tampoco ha sido desdeñable pero ha tenido poca repercusión mediática dado el despilfarro de Estados Unidos en Afganistán, Pakistán e Irak.

La ayuda incluiría armas automáticas, lanchas patrulleras, aviones y helicópteros de transporte, así como oficiales que colaborarían en las labores de adiestramiento de las fuerzas de seguridad yemeníes.
Las reticencias respecto al incremento de la ayuda se deben a que altos mandos militares estadounidenses y responsables del departamento de Estado en el Golfo Pérsico no confían en la transparencia del presidente yemení, Ali Abdullah Saleh, y temen que use la ayuda norteamericana para afianzar su poder y acabar con la débil oposición política en lugar de dedicar todos sus esfuerzos a la lucha contra el terrorismo.
El coordinador antiterrorista del departamento de Estado, Daniel Benjamín, se ha pronunciado en esta línea cuando ha afirmado que la ayuda norteamericana sólo podrá ser efectiva a medio y largo plazo "si contribuye a crear unas instituciones creíbles y transparentes que puedan fomentar el progreso social, económico y político del país".

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